Hacer las cosas mal por querer hacerlas bien
El problema no es la regulación en sí misma, es la mala regulación. Esto se repite hasta el cansancio y nuestro país es cada vez más jugoso para encontrar ejemplos.
Hoy La Nación nos brinda otro caso:
El problema es cuando faltan todos los prerequisitos. A nivel mundial son escasas las evaluaciones posteriores con lo que dificilmente se pueda cuantificar los resultados del ordenamiento territorial implementado. A nivel local ni siquiera contamos con estudios previos que demuestren el mal uso del territorio con lo que cualquier ordenamiento se basará en el prejuicio del funcionario de turno.
Asimismo, donde en teoría han sido exitosas estas experiencias, sus condiciones iniciales son diametralmente opuestas a las argentinas: alta densidad poblacional, urbanización del "campo", municipios de tamaño relativo pequeño, frondosos estudios previos, alto nivel cultural medioambiental, historia de activa participación de la población, etc etc etc.
Asimismo, los escasos ejemplos de OT aplicados en Argentina han fallado de acuerdo a un conocido trabajo de Juan Rodrigo Walsh (El ordenamiento territorial como presupuesto mínimo de protección ambiental).
En fin, querer ordenar el uso del territorio me parece fundamental, pero antes de llegar a ello hay que tener en claro que no se puede hacer de la noche a la mañana cual medida de gobierno gestada en el Calafate. El riesgo de cometer errores es muy alto y afectar la libertad de empresa amparados en un instrumento mal diagnósticado y peor ejecutado puede ser muy peligroso.

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